¡Comandantes!
La imitación es la mejor forma de expresar admiración, pero no consiste simplemente en arrebatar un carro al enemigo y usarlo en su contra. Si bien esto solía funcionar para los nuevos propietarios, como en el caso del Panther alemán durante la Segunda Guerra Mundial, podía ser un auténtico dolor de cabeza en otros casos, por ejemplo, el B1 francés. Con la V 105 leFH18B2 haciendo aparición en la tienda premium esta semana, algo bastante inusual, os invitamos a echar un vistazo a algunos de los vehículos que cambiaron de bando durante la Segunda Guerra Mundial y examinar su legado.
Acerca del Panther
Existe una motivación muy simple para capturar un vehículo enemigo: es mejor que el propio. Las ventajas tecnológicas son clave en batalla, y gracias a la historia de la Segunda Guerra Mundial, hemos visto como los carros enemigos capturados pueden cambiar el curso de la batalla en favor de las fuerzas con menos blindaje o potencia de fuego. En los últimos años de conflicto, el VII Panther era considerado uno de los vehículos más potentes del campo de batalla, así que no es ninguna sorpresa que varios países lo sumaran a sus arsenales en cuanto tuvieron la oportunidad.
En octubre de 1944, las fuerzas canadienses capturaron un Panther intacto en Italia y lo bautizaron como «The Deserter» (el desertor). Lo usaron en varios asaltos, incluido uno contra un puesto de observación alemán, antes de que lo retiraran del frente para examinarlo. Unos meses más tarde, en enero de 1945, los británicos también encontraron un Panther abandonado en un granero y decidieron usarlo para avanzar por los pueblos neerlandeses. Apodado «Cuckoo» (cuco), este Panther éstaba pintado del color caqui británico y participó en el ataque al castillo de Geijsteren y en la operación Blackcock.
Izquierda: Captura del Pudel en la calle Okopowa, Varsovia, 1944. Derecha: Soldados británicos con el «Cuckoo», el Panther capturado.
Polonia también capturó unos cuantos carros Panther. Concretamente, el VI Pudel resultó ser clave en el Alzamiento de Varsovia, en agosto de 1944. El Ejército Nacional polaco robó el vehículo, usándolo constantemente en la capital, primero para destruir nidos de ametralladoras alemanas y después para desplazarlo al campo de concentracion Gęsiówka, donde logró liberar a 340 prisioneros. Tras ese heroico rescate, el Pudel prestó servicio en las calles de Varsovia, donde plantó cara a las fuerzas alemanas.
En tierras occidentales, a principios de 1945, se informó al Primer Equipo de Reconocimiento Móvil francés de la presencia de blindados alemanes abandonados en Normandía, por lo que el capitán Guy Besnier, un comandante de carros veterano, envió un grupo de mecánicos para recuperar los vehículos. No era una tarea agradable. La recuperacion de los vehiculos suponía retirar a la tripulación caída, pero el equipo logró hacerse con un total de 17 vehículos: un Tiger I, un Jagdpanzer, dos Panther (Ausf. A y G), 2 Stug y 11 Panzer IV. La mayor parte de ellos recibieron nuevas capas de pintura y fueron rebautizados con nombres de regiones y pueblos franceses, como el VI Bretagne Panther , que nunca entró en combate. En vez de eso, se usó para entrenar a la siguiente generación de tanquistas franceses.
Los carros franceses no hablan alemán
Sin embargo, no todas las capturas fueron un éxito. La fiabilidad del Panther no era perfecta, y a menudo se rompía por problemas técnicos a manos de tripulaciones alemanas y Aliadas por igual. Aun así, le encontraron un uso. Por otro lado, el IV B1 demostró ser muy problemático.
Con un masivo blindaje pesado, este carro francés se consideraba un aterrador oponente a principios de la Segunda Guerra Mundial. En una ocasión, sobrevivió a 140 impactos directos y eliminó 13 carros Panzer sin asistencia. Y a pesar de ello, terminó cayendo ante la velocidad y movilidad de los carros alemanes que se usaron durante el periodo de vigencia de la doctrina del Blitzkrieg (guerra relámpago). Como resultado, las tropas alemanas que ocupaban Francia se hicieron con docenas de B1, pero no sabían cómo usarlos.
Transformar estas bestias de acero, con designación IV Pz.Kpfw. B2 740 (f) , no fue tan simple como trabajar en carros ligeros o de caballería, incluso con la ayuda de dos fábricas Renault y AMX ocupadas. A diferencia de los carros checoslovacos, especialmente el III Pz.Kpfw. 38 (t) , los sistemas de armamento alemán no eran compatibles con los estándares franceses. Tras varias batallas, el comando alemán decidió convertir el B2 en un carro lanzallamas.
Los alemanes ya tenían experiencia con este tipo de conversión, habiendo convertido el Pz.Kpfw. II Ausf. D y el Ausf. E. Sin embargo, a pesar de sus conocimientos, el B2 seguía en sus trece y se negaba a someterse a los deseos de la Wehrmacht. Los alemanes decidieron combinar el casco masivo del B1 con el obús pesado 10,5 cm leFH 18, creando así la V 105 leFH18B2 . Ese mismo cañón resultó ser muy fiable y maniobrable en la III Wespe , pero el B2 seguía rechazando las órdenes de sus nuevos maestros.
Imagen interactiva. Deslizad entre las dos imágenes para comparar el obús 10,5 cm leFH 18 en formato independiente y la integración del cañón con el carro B1 como 105 leFH18B2.
Afortunadamente para los alemanes, la RFA británica les quitó ese problema de encima al convertir las fábricas que producían los B2 en ruinas durante un bombardeo, haciendo imposible tanto su reparación como cualquier conversión adicional con piezas francesas. Los carros restantes se organizaron en distintas brigadas, y algunas de ellas participaron en los desembarcos de Normandía. Cuando las Fuerzas Francesas Libres se cruzaron con algunos B2, los capturaron y usaron en unidades adecuadas, una decisión tan simbólica como estratégica.
Los secretos del enemigo
Puesto que la integración de los carros capturados en servicio dio resultados variados, algunas fuerzas se decantaron por estudiar sus vehículos nuevos. Uno de los ejemplos más icónicos muestra la eficacia de tal estrategia: VI Tiger 131 .
Capturado en un estado semioperativo tras una breve actuación en el norte de África, este célebre vehículo fue reparado por las tripulaciones británicas con piezas sueltas de otros Tiger dañados. Poco después, el vehículo se envió de vuelta al Reino Unido para una inspección exhaustiva, y se compiló una descripción técnica. El documento consistía en 250 páginas y ayudó al comando británico a diseñar el VI Sherman Firefly .
Anotaciones en una imagen de un King Tiger
Este tipo de estudio solía tener un gran impacto en la guerra, como fue el caso del VIII Tiger II , o el King Tiger, que estaba envuelto en misterio cuando los británicos lo encontraron por primera vez en Francia en julio de 1944. Finalmente, los Aliados lograron hacerse con un nuevo Tiger II, y después de un estudio completo, afirmaron que era el carro alemán más fuerte en ese momento. Este análisis también reveló la fuerza masiva de su blindaje frontal. Estaba claro que las técnicas más conocidas para terminar con carros Panther y Tiger no surtirían efecto con esta bestia. Finalmente, la inteligencia obtenida al estudiar al enemigo fue de gran ayuda para los Aliados a la hora de alcanzar la victoria.
Gracias a la investigación y los testimonios de los enfrentamientos con vehículos, hemos aprendido mucho sobre las fortalezas y debilidades de estos increíbles carros. Si queréis saber los secretos para vencer a un Tiger I y descubrir más sobre sus imponentes características, echad un vistazo a nuestro análisis de este símbolo del campo de batalla pulsando aquí.
Quizás os interesen las peculiaridades de trabajar con carros, especialmente en un taller. En ese caso, mirad la entrevista con el equipo del taller del Museo de Blindados.
¡A rodar!