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Casi nadie podía imaginar que muchos libros sobre teorías militares iban a quedarse obsoletos el 15 de septiembre de 1916, cuando el primer carro blindado entró en combate. "¡Se acerca el diablo!", exclamó un soldado alemán anónimo anunciando la llegada del nuevo rey de la contienda terrestre.
Los franceses y los alemanes también crearon sus propios carros. Pero los diseños británicos con forma de romboedro se mantuvieron siempre en la vanguardia. Hubo un total de nueve versiones de este vehículo. Algunas llegaron a entrar en combate, y otras no pasaron de ser prototipos. Las diapositivas de este artículo os contarán de forma resumida la historia de los carros romboidales:
El Mark I: el misterio del Somme
15 de septiembre de 1916: la fecha en la que los carros blindados libraron su primer combate real. Era una mañana neblinosa en las líneas de frente del Somme, y los soldados alemanes se quedaron horrorizados al ver a aquellos monstruos de acero surgiendo de entre la bruma matutina. Pocos recuerdan las batallas que los carros Mark I libraron posteriormente. Sin embargo, en el otoño de 1916 les esperaban aún más éxitos que en aquella primera batalla.
El 25 y el 26 de septiembre, 13 carros Mark I lucharon en Gueudecourt y Fesmy-le-Sart. Nueve se quedaron atascados en cráteres de proyectiles. Otros dos llegaron a su destino mientras apoyaban a la infantería, y allí se quedaron atascados. Al final, solamente un tanque "hembra" Mark I equipado con ametralladoras consiguió mantenerse en movimiento. El carro aseguró la trinchera alemana en menos de una hora, provocando la rendición de 370 soldados alemanes. En otra batalla, tres carros Mark I intentaron un ataque frontal. La artillería alemana destruyó uno de ellos, y los otros dos se quedaron atascados. Pero aquellos carros horrorizaron tanto a los alemanes que depusieron sus armas.
Es justo afirmar que aquellos carros dejaron asombradas a las fuerzas alemanas, tan solo un par de semanas después de librar su primer combate. Pero aquellos nuevos vehículos contaban con importantes defectos de construcción, algo que afectó a su reputación entre los mismos británicos.
El Mark II y el Mark III: evolución en edición limitada
Un total de 100 carros Mark II y Mark III se construyeron en Gran Bretaña, 75 menos que el número de vehículos Mark I fabricados. Así que en la literatura histórica se les suele llamar "vehículos de edición limitada del período de transición". Sin embargo, en los carros Mark II y Mark III se llevaron a cabo algunas novedades importantes.
Por ejemplo, el Mark II no contaba con la famosa cola de dirección ideada para superar las trincheras. Cuenta la leyenda que uno de los carros perdió su cola durante una batalla, pero se mantuvo en movimiento, demostrando que aquel mecanismo de ruedas no servía para nada. Al eliminar la cola, los ingenieros pudieron reducir en dos metros la longitud del carro, sin que la capacidad del vehículo para atravesar terrenos se viese afectada por ello. En su lugar, incluyeron en el vehículo una caja con diversas piezas de recambio y herramientas. Además, pasaron las chimeneas de escape a la parte trasera del carro.
En cuanto al Mark III, los ingenieros intentaron reducir el blindaje delantero del vehículo por medio de pantallas blindadas. Aunque los ingenieros tuvieron que hacer muchos agujeros para montar aquellas pantallas adicionales, finalmente decidieron no usarlas. En su lugar, instalaron un dispositivo especial de autoextracción: una caja de madera gruesa montada sobre el techo, que hacía las veces de viga de apoyo para rescatar vehículos que se quedaran atascados. Esta función resultó ser bastante útil y se aplicó a todos los vehículos similares.
El Mark IV: el primer vehículo "milenario"
El Mark IV fue una modificación del tanque romboidal producida en masa: se construyeron más de mil vehículos.
La orden de construir el Mark IV se emitió en septiembre de 1916, justo después de que los primeros carros romboidales entrasen en combate en el Somme. El nuevo carro Mark IV contaba con nuevas e importantes características con respecto al Mark I.
La primera es que el nuevo carro poseía un blindaje superior, inmune a los disparos de fusiles y ametralladoras. Debido a la forma biselada del vehículo, las torretas laterales no tocaban el suelo mientras rodaban. Se las equipó con unos raíles especiales para que no fuese necesario desmontarlas antes de transportar los carros sobre raíles; simplemente se guardaban dentro del chasis. Por desgracia, la nueva construcción resultó ser bastante vulnerable: en ocasiones, los carros se averiaban en mitad de una batalla, y las torretas laterales rodaban dentro del chasis haciendo demasiado ruido. Los depósitos de combustible estaban en la parte trasera del vehículo para reducir las probabilidades de que se incendiasen.
En mayo de 1917, los carros Mark IV llegaron a Francia y fueron adoptados por el ejército británico. El nuevo carro demostró su valía en el combate: los gigantes blindados atravesaban con facilidad las alambradas y ofrecían fuego de apoyo para que la infantería avanzase. En noviembre de 1917, uno de los vehículos demostró su poder de forma muy concreta: atravesó una valla de metro y medio de alto, se abrió paso por un huerto frutal, derribó varios árboles y dañó la esquina de un edificio durante un giro.
Los nuevos vehículos solo tenían un alcance de 56 kilómetros, pero supusieron un avance considerable con respecto al Mark I.
El Mark V y el primer motor "auténtico" de carros
A finales de 1917 se interrumpió la producción de los nuevos vehículos romboidales. Los armeros tenían miedo de que los fusiles, las ametralladoras y los cañones dejasen de ser útiles por culpa de los carros de combate, e influyeron en los diseñadores y productores de estos. Pero no pudieron impedir la evolución de los vehículos blindados. El carro romboidal Mark V comenzó a producirse en masa en diciembre de 1917.
Los combates demostraron que el vehículo precisaba de un motor más potente, resistente a distintas condiciones de servicio y que se pudiese reparar con mayor facilidad en las líneas de frente. Además, los ingenieros no podían utilizar aleaciones de metal o aluminio al desarrollar el motor, porque esos materiales ya los usaban los aviadores. Harry Ricardo fue el ingeniero que desarrolló el primer motor de carro blindado auténtico. Su motor cumplía con los requisitos de los militares. Wilson instaló una nueva transmisión al motor, lo que simplificó los controles del vehículo.
El Mark V también contaba con un telégrafo aéreo, que reemplazaba a las banderas de señales. Desde mayo de 1918 hasta el final de la Primera Guerra Mundial, el ejército británico recibió 400 carros Mark V, 200 vehículos "macho" equipados con cañones, y 200 vehículos "hembra" con ametralladoras.
El primer combate entre tanques tuvo lugar el 24 de abril de 1918, entre el Mark IV y el carro alemán A7V. Aquel encuentro demostró que los blindados armados con ametralladoras solo resultaban eficaces contra la infantería. Como resultado, se cambiaron por cañones algunas ametralladoras de una de las torretas laterales. A aquellos carros asimétricos se les llamaba en broma "hermafroditas".
La batalla de Passendale: terrenos pantanosos
A comienzos de la mañana del 31 de julio de 1917, el ejército británico intentó un ataque en el río Ypres, mientras se dirigía a la ciudad belga de Passendale.
Los carros de combate debían atravesar pantanos y pequeños bosques, por lo que necesitaban caminos de troncos. Como el fuego de artillería había destruido los desagües, las carreteras tampoco podían usarse. Los oficiales de blindados advirtieron que los vehículos no podrían atravesar los campos embarrados, sobre todo porque las condiciones climáticas eran muy duras y llovía con mucha intensidad. Por desgracia, nadie pensó en suspender el ataque blindado.
Los carros se detuvieron a mitad de la tarde. Muchos se quedaron atascados en el agua y no consiguieron salir. Al mismo tiempo, los alemanes habían montado una defensa eficaz, y su artillería disparaba sin cesar sobre los tanques impedidos. La infantería que seguía a los Mark IV y V también se quedó atascada en el fango. Además, las fuerzas alemanas añadieron a la contienda sus peculiares torretas móviles Fahrpanzer, para usarlas contra las tropas británicas. La aviación alemana sobrevolaba el campo de batalla a baja altura para tratar de dañar a los carros británicos, e incluso un osado comandante de blindados desmontó una ametralladora en un intento desesperado de devolver los disparos.
El ataque británico fue un fracaso. Los carros que sobrevivieron a la batalla se quedaron averiados tras las líneas hasta agosto de 1917.
La batalla de Cambrai: un nuevo intento
En el verano de 1917, unos oficiales del regimiento real de tanques urdieron el ataque de blindados perfecto. Según el plan, los carros atacarían cuando las condiciones fuesen óptimas, para así rendir al máximo y conseguir una victoria contundente. Además, se esperaba que con aquel ataque mejorase su maltrecha reputación. Cambrai, ciudad del noreste de Francia, parecía el lugar perfecto para desarrollar un ataque en esas condiciones: la guerra todavía no había llegado hasta allí y el terreno permanecía seco y sólido.
Los carros Mark IV tenían que atravesar la línea de defensa Hindenburg alemana. En principio se ideó un asalto de tanques local. Pero más tarde se ampliaría a una compleja operación militar.
Los carros se trasladaron en secreto al Tercer Ejército bajo el mando del teniente general Sir Julian Byng, ocultando el rugido de los motores con los disparos de las ametralladoras. Los vehículos consumieron más de un millón de litros de gasolina y aceite, y más de medio millón de proyectiles.
El ataque comenzó el 20 de noviembre de 1917, dirigido en persona por el comandante del regimiento real de blindados, Hugh Elles, que guió en la batalla a unos 350 carros de combate desde su vehículo de mando. Los carros atravesaron las alambradas enemigas con facilidad, adentrándose varios kilómetros en territorio enemigo y provocando la rendición de cientos de soldados alemanes. Pero poco después todo empezó a ir mal.
La infantería (montañeses de la división 51) luchó en la cercana aldea de Flesquières, en lo alto de una empinada colina. Los montañeses se quedaron por detrás de los carros, y los alemanes desplegaron sus reservas militares en la colina, lanzando una lluvia de proyectiles. Los carros Mark IV se quedaron atrapados mientras intentaban subir por la colina, por lo que las fuerzas alemanas pudieron disparar a sus vulnerables partes inferiores, que las ametralladoras podían atravesar. La fuerza de asalto británica no consiguió entrar en Cambrai y, diez días más tarde, los alemanes contraatacaron, de modo que pudieron recuperar el territorio que habían perdido y ganar más aún.
Blindados durante la Ofensiva de los Cien Días
La Ofensiva de los Cien Días fue el período final de la Primera Guerra Mundial. Durante la ofensiva, los aliados efectuaron varios ataques en el frente occidental. Comenzó en Amiens, y se desarrolló desde agosto hasta noviembre de 1918. En Amiens, los aliados intentaron recuperar una de las líneas de ferrocarril francesas más importantes. Fue la operación militar más grande de la Primera Guerra Mundial en la que participaron carros de combate.
El regimiento real de blindados se desplegó al completo en la línea de frente. Los nuevos carros medios Mk. A Whippet participaron en la ofensiva, junto con 324 carros Mark V. El 8 de agosto de 1918, los carros comenzaron a avanzar. Aunque no podían comunicarse de forma eficaz con la infantería (algunos comandantes seguían a sus carros a caballo para coordinar el combate), había más de 23 Mark por kilómetro de línea de frente, lo que compensaba los problemas de comunicación.
Apoyados por el fuego de la artillería, los carros atravesaron las defensas alemanas. La niebla y el humo cubrían las trincheras alemanas, lo que impidió que la artillería anticarros disparase. En ocasiones, los carristas británicos salían de sus vehículos y hacían gestos a sus enemigos para que se rindiesen del todo. La artillería alemana utilizó proyectiles con gas lacrimógeno para que la infantería y la artillería no pudiesen avanzar junto a sus carros. Pero el gas no surtió el efecto esperado.
Muchos vehículos británicos quedaron dañados durante el primer día de la ofensiva; la mayoría por los disparos de los enemigos, y solo unos pocos se averiaron por otros motivos. En cualquier caso, los alemanes no consiguieron defender sus posiciones. La Ofensiva de los Cien Días terminó con el armisticio del 11 de noviembre de 1918 y la capitulación de Alemania.
El Mark VIII: el carro angloamericano
Los Mark II y Mark VI no pasaron de ser prototipos y nunca se fabricaron en serie. Los estadounidenses decidieron participar en el desarrollo del siguiente vehículo romboidal. Habían luchado junto a los aliados en la Primera Guerra Mundial y se quedaron fascinados con los carros de combate. Primero encargaron 600 tanques Mark VI para su ejército. Pero cambiaron de idea, cancelaron el pedido y propusieron desarrollar un nuevo carro romboidal en colaboración con los ingenieros británicos. El Mark VIII nunca llegó a luchar en la Primera Guerra Mundial, ya que al finalizar el conflicto solo se habían fabricado cinco vehículos. Tras la guerra, la producción de los carros Mark VIII se trasladó a Estados Unidos.
En cuanto a la apariencia del vehículo, contaba con una suspensión distinta a la de otros carros romboidales. Las orugas seguían dispuestas en forma romboidal en torno al chasis, pero este era más largo, con lo que el carro se parecía más a una lágrima que a un rombo. El Mark VIII llevaba en su parte trasera un motor Liberty de 338 CV, separado de la tripulación por una pared para que pudiesen respirar mejor. Los ingenieros no dividieron los vehículos en "machos" y "hembras". En su lugar, montaron un cañón de 57 mm en todas las torretas laterales del vehículo, y ametralladoras en la del techo. Además, se podían acoplar ametralladoras en las puertas laterales del vehículo.
El Mark VIII (llamado Liberty) fue el único carro pesado que tuvieron los Estados Unidos hasta 1930. Se sometió a varias pruebas, pero nunca llegó a entrar en combate. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos vendió 90 vehículos al ejército canadiense para que se entrenasen.
El Mark IX: un vehículo de transporte de tropas
Los primeros carros apenas podían coordinar sus acciones con la infantería. El problema no radicaba únicamente en que los soldados no estuviesen acostumbrados a luchar junto a vehículos blindados. Los carristas iban dentro de los vehículos blindados, mientras que los soldados de infantería quedaban a merced de las balas y fragmentos.
Finalmente, los ingenieros militares crearon un carro romboidal que pudiese transportar tropas. Se eliminaron todas las torretas laterales, y las únicas ametralladoras que se conservaron estaban en la parte frontal y trasera del vehículo. Así se creó espacio en el carro para 30 soldados o 10 toneladas de cargamento, que podían viajar bajo la protección de un blindaje de entre 10 y 12 mm. El carro Mark IX también iba equipado con un ventilador y un depósito de agua potable. Pero estas comodidades estaban junto a un motor caliente, por lo que no resultaban muy prácticas.
Se fabricaron un par de estos vehículos al finalizar la Primera Guerra Mundial. Uno se utilizó como ambulancia blindada en el frente occidental en 1918, y los soldados bautizaron a aquel extraño vehículo como El cerdo.